Sobre los abrigos y el amor
Por Mónica Mateo
Administración y Formación en Nextyou
Acompañé durante muchos años a las personas hasta la puerta de la consulta para despedirlas (unas 20 /25 personas diarias por 12 años) y les ayudaba a ponerse el abrigo, lo que me sirvió para “fabricar ” la siguiente teoría sobre el amor propio y los abrigos.
Me basaba en lo que observaba el primer día que venía la persona a la consulta, cuando en la puerta le sujetaba el abrigo para que introdujera sus brazos y lo subia hasta el cuello para que quedara bien colocado y ¡muy abrigado!.
La mayoría de las personas se sorprendían, a muy pocas les parecía algo natural, un grupo reducido amablemente me decía que prefería ponérselo ella y otro también reducido parecía molesto y no lo permitían.
Algunas personas de este último grupo no miraban a los ojos, expresaban de palabra su descontento porque hiciera eso, parecían sentir vergüenza de lo que estaba haciendo, como si hacerlo fuera humillante para mí, sin embargo ¿quien sentía la humillación? me entristecía pensar que quizás ellas pudieran sentirse así en su día a día y lo estuvieran proyectando.
Dentro de este grupo que parecía molesto, había otras personas que también expresaban en sus gestos vergüenza, sin embargo, de una manera muy diferente, como si ellas no lo merecieran ¿cómo no vas a merecer que alguien te cuide?; aunque esto tenía su premio, cuando tras visitarnos varias veces, la confianza de la persona o su amor propio había crecido lo suficiente y se dejaba cuidar, ¡Qué momento!
Había otro pequeño grupo que también me encantaba, era el más, digamos “salvaje” “colérico” “rebelde”, iban corriendo al armario hablando o sin hablar cogían su abrigo (tenía que tener cuidado no se llevarán por descuido el de otra persona) y salían a toda prisa, y en cuanto me despistaba más de uno tuvo que volver a por el suyo al darse cuenta que las llaves de los bolsillos no eran las suyas (espero que ninguno siga con el abrigo cambiado). Y esto de salir con prisa nos puede suceder a todos alguna vez… pero ¿siempreeeee?. pensaba la de pequeños (y grandes) detalles que debes perderte al vivir tan pendiente de llegar a algún sitio.
Y por fin estaba el grupo que más satisfacción me daba y el más numeroso: el que se sentía mimado. Me gustaba ver sus caras de alegría o satisfacción cuando a su lado sujetaba el abrigo y su mirada expresaba agradecimiento por ese pequeño detalle de cariño, tan liviano, que nada cuesta y que tanto representa. Me gusta pensar que añadía una pequeña dosis de amor que se llevaban en el bolsillo.
Pensaba que estas diferentes reacciones podían tener que ver con el amor propio de la persona, me di cuenta que la luz del cielo se derrama por encima de cada uno de nosotros de igual manera, sin embargo, cada uno la toma con la intensidad que su bagaje le deja en ese momento. Y lo bonito es darse cuenta y cambiarlo para ir tomando la luz que tanto nos pertenece y que pienso es la misma para todos.
“Revisemos nuestra capacidad de atender a los demás sin intervenir o mediar con las inquietudes que nos asolan a nosotros”
Libro “365 frases inspiradoras” de Jon Elejabeitia
Raquel
Que bonita reflexión Mónica, yo era de esas que se dejaban querer, supongo que lo necesitaba más que comer, hay algo en según que formas que engrandece a quien lo da y dignifica a quien lo recibe, que nutre a ambos, y sin duda tu gesto era una de ellas.
Ciertamente arropaba, abrigaba, y nada tenía que ver con el abrigo en cuestión, sino más bien con tu sonrisa, con tu forma calmada y cariño con el que lo hacías.
“Te gusta pensar que añadía…” no dudes que nos llevamos tu amor en los bolsillos.
GRACIAS Mónica.
Mónica Mateo
Muchas gracias Raquel. Era un placer ponerte el abrigo y sobre todo las pequeñas charlas que teníamos en la puerta. Tienes tanta delicadeza que es muy fácil estar contigo. Un abrazo
Silvia Pino
Muy bueno Mónica como has sido caoaz de idebtificar a el amor o desamor sentido por cada una de las personas de salian de la consulta. Es gratuficante y nos ayuda a darnis cuenta de pequeños detalles que son similares en nuestro a día. ..para Amanos…para Valorarnos más y como no, para dejarnos querer.
Gracias!
Mónica Mateo
Silvia si algo estoy aprendiendo es que dejarse querer es quererse uno mismo. Gracias por tu comentario y por tu reflexión.
Ainhoa
Maravilloso!! Eres una valiente, esto demuestra que con cada pequeño gesto «hacemos ». Gracias Mónica!
Quiero más! 🙂
Mónica Mateo
Gracias Ainhoa. Eres para mi un gran ejemplo a seguir.
David
Que buena reflexión yo ni me acuerdo bien que hacía, todo es posible a mí me parece un bonito gesto echo en el sitio y lugar adecuado; yo sentía que no podía estar ahí nadie mejor, encajabas a medida. Lo que sí me acuerdo es que llegaba apuradito no me gustaba nada llegar tarde con una cita con Joaquina
Mónica Mateo
Que bueno David. Seguro que nunca llegaste tarde. Gracias por tus palabras
Petra
Gracias Mónica, nos das que pensar ver qué se esconde detrás de un gesto y sobre todo de la.persona que lo realiza
Monica
Muchas gracias Mónica. Precioso gesto y preciosa reflexión. Yo soy de las sorprendidas y de las que les cuesta dejarse cuidar. Gracias por llevarme a reflexionar sobre esto!
Mónica Mateo
Macarena agradezco mucho tu comentario. También me costaba dejarme cuidar, por lo que esta experiencia me sirvió para darme cuenta de la satisfacción que das al otro cuando dejas hacerlo.
Carola
En el verano, aun y sin abrigo, siempre añadiste amor a mis bolsillos. Gracias por ello! 😘